El transporte público en Palestina se ve obligado a esquivar los asentamientos, las verjas que los protegen, el muro, y a atravesar check points cada poco rato. Aunque el transporte es seguro y los vehículos se encuentran en buen estado, en ocasiones estas circunstancias hacen que los viajes entre ciudades sean más lentos o largos de lo esperado. El territorio es demasiado pequeño para el tráfico aéreo interno y, además, Palestina no posee aeropuertos. Tampoco existen ni barcos ni trenes, ni tampoco autopistas, por lo que todos los viajes se realizarán por carreteras que podrían estar en mejor estado si Israel permitiese a los palestinos hacer obras en área C.
Dentro de las ciudades existen algunos autobuses, pero suelen estar un poco destartalados y sus habitantes prefieren el ‘service’ o furgoneta compartida, por la que se paga entre 20 y 80 céntimos. El mismo medio de transporte es el más popular también para viajar de ciudad en ciudad, por entre 2 y 6€ dependiendo del destino.
Para ir desde cualquier punto de Cisjordania a Jerusalén, hay que ir primero a Belén o Ramala. Desde allí hay autobuses especiales a la ciudad, aunque en ambos casos es necesario cruzar el muro y, por tanto, pasar por el correspondiente control militar israelí. Por lo general, el control sólo consiste en un corto examen del bus por parte del soldado y un rápido chequeo de la documentación (en el caso del viajero, el pasaporte).
En Israel, el medio de transporte más común es el autobús, tanto dentro de las ciudades como en recorridos interurbanos. Está bien comunicado y existen autopistas y peajes, como en cualquier país occidental.